Desde la entrada en vigor de la LOPDGDD el 6 de diciembre de 2018, las páginas web están obligadas a pedir a los usuarios que indiquen de manera expresa e inequívoca su consentimiento para que las cookies se instalen en su ordenador, por eso, cuando visitas una web, se abre una ventana emergente para aceptar sus cookies.
¿Pero, qué son las cookies?
Las cookies son pequeños archivos de datos que un servidor web almacena en nuestro navegador cuando visitamos una página.
Sirven para recopilar información sobre los hábitos de navegación del usuario y su actividad dentro de la web, almacenar datos de acceso al sitio y facilitar la navegación.
Las cookies no son malas en sí mismas. En la mayoría de los casos, mejoran la experiencia de navegación y no pueden infectar ordenadores con virus ni otro tipo de malware.
Hay cookies temporales que solo permanecen en tu ordenador mientras navegas y desaparecen cuando te vas.
Hay cookies permanentes o persistentes que se quedan en tu ordenador para que la página web pueda identificarte cuando vuelvas y suelen tener fecha de caducidad. Se eliminan automáticamente cuando llega esa fecha. Registran el inicio de sesión, el nombre del usuario y la contraseña.
Las cookies propias están diseñadas y gestionadas por la web que estás visitando.
Las cookies de terceros son las más controvertidas porque pueden recoger datos personales y generar cierta preocupación por la seguridad. Tienen su origen en sitios web distintos del que estás visitando en ese momento y normalmente están vinculadas a los anuncios de esa página. Estas cookies permiten a las empresas de publicidad o de análisis, hacer un seguimiento del historial de navegación de una persona en cualquier sitio que tenga sus anuncios.
Según su finalidad, las cookies se clasifican en:
- Técnicas o necesarias. No se pueden desactivar porque optimizan el funcionamiento de la web. Sin ellas no sería posible navegar por Internet.
- De preferencias o personalización. Almacenan tus preferencias (por ejemplo, el idioma) y las personalizaciones en las webs que visitas.
- De rendimiento y análisis. Sirven para que la página que visitas, recopile la información relacionada con lo que haces en ella para mejorar el servicio.
- Publicitarias o de marketing. A través de ellas, se crea un perfil con tus intereses analizando continuamente tu comportamiento en la web.
- Utilizadas por plataformas como Facebook, Twitter, LinkedIn, etc., para navegar por ellas.
- De complemento (plug-in). Para intercambiar contenidos sociales (por ejemplo, para compartir contenido desde una web hacia una red social).
Cuando configuras las cookies, puedes ver que uno de los apartados que se pueden deshabilitar es el de los socios comerciales que son, precisamente, esas empresas de publicidad que insertan paquetes de cookies en muchas de las webs que visitas.
Esas cookies funcionan como cámaras de vigilancia, de forma que pueden saber en qué páginas entras y crean un perfil con tus gustos personales que pueden vender o intercambiar con otras empresas.
Por todo ello, es fundamental que revises la política de cookies cuando accedas por vez primera a una web y decidas, en función de tus intereses, cuáles te conviene desactivar o no. En muchos casos, las prisas o la excesiva confianza nos llevan a aceptar las cookies sin saber verdaderamente lo que estamos permitiendo.
Puedes borrar las cookies de tu dispositivo a través de las opciones de los navegadores para escritorio y para móviles.
Y, si tienes una web que use cookies, recuerda que tienes que notificarlo a los usuarios y habilitar una casilla que les permita aceptarlas o denegarlas. Sin ese consentimiento no podrás recabar la información.
Podríamos decir que si quieres más privacidad será necesario desactivar más cookies, pero entonces tu experiencia de navegación será menos personalizada. Corresponde a cada uno de nosotros valorar lo que es más conveniente en cada caso.
El secreto está en encontrar el equilibrio.