Un buen día del mes de abril, corría el año 2018, conocí a Sebastián Rayo Gil, estuvimos hablando sobre su asociación y me estuvo explicando como ayudaban a las personas víctimas de violencia de género y los resultados que se veían en las chicas al poco tiempo de estar con ellos, esa labor tan encomiable que realizan los componentes del equipo y los perros, protagonistas peludos, cariñosos y al mismo tiempo defensores incansables, me explico cómo les aumenta la autoestima, como vuelven a quererse ellas mismas, después de haber pasado situaciones límite.
Me sentí pequeño después de ver esa labor gigantesca y le ofrecí lo más importante que sabía hacer, desde entonces mi empresa se ocupa de forma totalmente altruista, de la privacidad de la asociación, así como de las formaciones tanto de privacidad como de ciberseguridad para las usuarias y sus hijos.